- Classique Métropolitain, una opción callejera
por Rosana Ricárdez
Cada vez es más común encontrar en las agendas políticas, en las de los medios de comunicación y en las de artistas –sean músicos, pintores, escultores, o sean escritores- y en la preocupación sobre la difusión cultural y, para ser específicos, de ciertas formas de expresar la cultura, o al menos una visión del concepto polisémico.
Aunque los móviles sean distintos –los dos primeros responden a intereses distintos de los que (sólo) en teoría motivan a los últimos-, lo cierto es que hasta el momento los resultados no han sido concretos, tal vez por la relativa novedad de la problemática o tal vez porque esas entidades no han unido fuerzas.
Contrario a lo que pudiera imaginarse, México no es el único que padece dicha problemática. Una muestra más de la mundialización es que la ausencia de difusión cultural se palpa en otros países, en donde existe alguien ocupado y preocupado por estos menesteres. Francia, tan evocado por cabezas de instancias culturales, la padece. La prueba es una lucha constante por aparecer en sociedad, no como un algo más, sino como una opción de divertimento y puerta al mundo.
La lucha entre cultura culta y popular es protagonizada por seres dedicados al estudio de ambas formas que, de una u otra forma, han descubierto una tenue pero al fin y al cabo real diferencia.
Como sea, la lucha en la que se han centrado los estudiosos de este problema está destinada a quebrantar las barreras culturales, a fin de desmitificar ciertas formas destinadas a élites –económicas y no precisamente culturales- para presentárselas a quien quizá podría aprovecharlas y apreciarlas más, es decir, un ciudadano común.
De tal forma que el objetivo del planteamiento ha sido llegar a otros públicos, a los no comunes y, con ello, desquebrajar las barreras sociales, en lo que al plano cultural se refiere.
Classique Métropolitain
Cité Francia porque es un ejemplo concreto y actual.
Con veinte años de existencia, un extracto de la Orquesta Classique Métropolitain, de la Universidad de París, ofrece conciertos gratuitos en las calles y en algunas estaciones del metro de la ciudad y sus alrededores. El objetivo: llegar a públicos populares –no sólo turistas- y sobrevivir.
Para poca gente es desconocido que la industria cultural en los países que conforman la Comunidad Europea es basta, sin embargo, en Francia durante los últimos periodos presidenciales la crisis económica, provocada en su mayoría por el incremento de la población a causa de los problemas migratorios, ha desencadenado una falta de atención no sólo al presupuesto cultural, sino a las nuevas forma de hacer cultura. La música clásica, claro está, no es una nueva forma, pero sí una que debe alimentarse constantemente para mantenerla viva.
La Orquesta mencionada está conformada por cuarenta miembros, pero sólo diez o doce participan en los conciertos semanales –a veces cada día son diferentes músicos. La iniciativa de organizar conciertos en las calles surgió ante la ausencia de promoción cultural y de dinero para solventar este aparente lujo que no es sino su modus vivendi.
Sin golpear a una entidad o a una persona en específico, algunos integrantes resumieron sus las bases de dicha iniciativa en dos argumentos. El primero consiste en hacer accesible la música clásica a todo el mundo. El segundo, ganar dinero para ayudar al mantenimiento de la Orquesta, lo cual incluye el cuidado de los instrumentos y los traslados de los músicos.
No es que se carezca de ayuda económica, simplemente que cada vez se necesita más dinero para subsistir. Ello aunado al hecho de que un músico deja un testimonio en un disco, el cual es indispensable vender. Para vender se necesita un producto y para confeccionar ese producto se necesita dinero. Voilà!
Hasta el momento, Classique Métropolitain tiene tres discos compactos, disponibles a la venta en cada presentación callejera, a veinte euros, alrededor de 308 pesos (la conversión depende del tipo de cambio, aquí está sobre 15.40 pesos).
No obstante la labor altruista de promover la música clásica entre la población común, cada músico debe cumplir con sus compromisos profesionales individuales, por ello, desde el inicio de los conciertos gratuitos, nunca se han reunido los cuarenta miembros.
Los problemas de difusión cultural en el mundo están intrínsecamente relacionados a los sociopolíticos, determinados por la economía. Sin embargo, con cabezas pensantes en los puestos centrales, se pueden hacer maravillas. Es por todos sabido que las cuestiones de seguridad social no pueden estar por encima de las culturales, pero es irracional olvidarse de estas últimas.
Justamente en estos momentos Francia y su gobierno enfrenta una crisis en cuanto a la seguridad social y pensiones se refiere, similar a la que hace no mucho tiempo enfrentó México. Los problemas sociales existen, y también los distractores: la final mundial de rugby, por ejemplo.
Tal vez el problema es cómo se equilibran las prioridades.
El fin de los ochenta
La semana del 26 de septiembre al 3 de octubre, en la publicación Le petit bulletin, editada en Lyon, apareció una entrevista a Jérôme Boüet, el director de la DRAC (Dirección Regional de Asuntos Culturales) de la región Rhône-Alpes, desde hace un año. En ella, la periodista Dorotée Aznar hizo hincapié, entre otros temas, en la importancia de la cultura como parte de la vida del hombre, desde el punto de vista político. Boüet respondió: “Claro, cada cosa es importante; la salud, la justicia, la educación. Objetivamente no es fácil dar a la cultura el lugar que le corresponde. Políticamente, la ministra de cultura, Madame Albanel, recibió a través de una carta una comisión que por su contenido política es vigorosa y voluntariosa. El gobierno piensa que hemos logrado muchas cosas en Francia, entre ellas, crear una oferta cultural importante desde hace veinte o treinta años; sin embargo, la democratización cultural, es decir, el acceso de diversos públicos a la cultura, no es suficiente.”
Agregó que la cuestión presupuestal es difícil. “La ciudad (Lyon) ofrece una ayuda a los pequeños lugares donde se promueve la cultura, es muy eficaz, pero me gustaría poder desarrollarla más porque cuando vemos a los artistas que existen sobre la escena lionesa se ve que la situación es difícil. Aún si la crisis de la intermitencia presupuestal cedió un poco, vemos que el contexto general no es fácil y que la situación de la difusión es compleja. Los artistas que no encuentran su lugar en el presupuesto gubernamental representan un verdadero problema.”
Soluciones: “Proponemos métodos, aún si ellos no están a la altura de las necesidades. Una de las soluciones es que haya más público para el espectáculo vivivant” (con este concepto se refiere a nuevas formas artísticas: danza contemporánea, por ejemplo, o bien otros tipos de manifestaciones artísticas que no encuentran lugar en los grandes teatros).
Finalmente la periodista hizo hincapié en que eso parece más que evidente, es decir, la búsqueda de soluciones y la búsqueda de público, porque resulta lógico que hay espectáculos que no encuentran cabida en teatros específicos, o bien que por su capacidad no pueden recibir mucho público, como el Théâtre Nouvelle Génération. Contestó: “No estamos en un contexto de fuerte desarrollo como en los años ochenta. Estamos en una situación mucho más difícil y es necesario meternos en la cabeza que ella durará más. La solución es la educación artística en los colegios, formar a los jóvenes y a los niños. Es indispensable que la televisión hable más de espectáculo y de arte y que lleguemos a renovar al público, lo cual no es imposible.”
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