- Veintitrés poetas latinoamericanos seleccionados por el escritor uruguayo
por Rosana Ricárdez
De hedonismo e historia, según palabras del escritor cubano Roberto Fernández Retamar, están hechas las antologías.
Aunque se ha criticado la práctica de antologar, las editoriales (por ene cantidad de intereses: literarios o económicos ¿será?) la han hecho proliferar desde hace décadas como un modo de compilar los hits poéticos –permítaseme la expresión-, ya sea de generación, nacionalidad o ya sea de corriente común. Lo cierto es que el (los) criterio (s) ha(n) sido blanco de discusiones interminables porque a quien le es asignada la encomienda –falso protagonista- debe tener un objetivo (si no es que la editorial lo impone antes) o justificación. Como quiera que sea, al final de día sólo persisten los criterios de dos entes: los del editor y los de la editorial, sean cuales sean.
El problema comienza cuando la crítica –tercer personaje de la novela- y el lector –verdadero protagonista-, cuestionan los porqués.
Dicho esto, cabe citar dos verdades más. Por un lado, en estos tiempos ¿cuál crítica? Si ella también responde a intereses. Por el otro, y cito de nuevo a Fernández Retamar: de los poetas se recuerdan sólo algunas páginas, no importa que uno haya escrito millares. Lo que el lector va a conservar, y eventualmente a releer, es un número restringido de páginas.
Entonces, ¿de qué sirve antologar?
Al menos Pulir huesos (Galaxia Gutenberg, 2007), selección y prólogo del poeta uruguayo Eduardo Milán, lo advierte: traza un mapa a través de veintitrés poetas latinoamericanos nacidos entre 1950 y 1965, so criterio “(Sigo mis) gustos y preferencias en la selección de lo que hay.” (Milán 2007:43).
Al menos en esta antología, sin hablar de la calidad poética, el antologador es tan sincero –o cínico- que aclara llevar a cabo una práctica de selección de poetas y poemas según su visión, que por demás no puede ser infalible. Lo reconoce cuando, posterior revisión, se percata de la ausencia de figuras como Raúl Zurita, Coral Bracho o Alberto Blanco, “en cambio, la presencia de poetas poco individualizados no sólo en España sino en América Latina.”
En el prólogo, Milán deja conocer al lector que esta práctica, pese a su intención de “intentar atrapar la variedad y complejidad del fenómeno poético” no implica ni el esclarecimiento de una problemática o su simplificación; no obstante, sabe imposible hablar de poesía latinoamericana contemporánea sin plantear una coexistencia de escrituras. Por ello invitó a creadores de los últimos treinta o cuarenta años.
Los criterios: la pertinencia histórica del repertorio y la innovación, bajo advertencia importantísima (indispensable superlativo): “La existencia de una poesía paródica y, en lo que importa, autoparódica, no implica el rechazo a una poesía concebida según los lineamientos canónicos que se mueven de acuerdo a una cierta obediencia a ideas de tradición e incluso a una cierta tolerancia a la escritura experimental.” (Milán 2007:10)
Milán rescata algo: la creencia en la poesía como ajuste entre forma y contenido, y en ello… la pluralidad (sin que ello signifique la refutación del compromiso).
Pulir huesos se destaca por no ser infalible (y aceptarlo). Es “muestrario de una visión no-exclusiva del lenguaje”, según el uruguayo.
Tal vez el prólogo sirva de provocación, pero como toda provocación (lo mismo que varios de sus autores pretenden) servirá de promoción.
Este ejercicio es interesante, además, porque fue hecho por un poeta: uno de la estirpe, que de igual manera ha pasado las suyas con el lenguaje y, por ende, comprende de qué va la creación: ese sexto sentido convertido en sensibilidad –valga la expresión- y astucia para el negocio.
Quienes pulen (sus) huesos
Intentando preservar del olvido algunas páginas, Milán seleccionó a Roberto Appratto (Uruguay, 1950), Eduardo Hurtado (México, 1950), Diego Maquieira (Chile, 1951), Paulo de Jolly (Chile, 1952), Josu Landa (Venezuela, 1953), Mario Montalbetti (Perú, 1953), Roger Santiváñez (Perú, 1956), Magdalena Chocano (Perú, 1957), Julio Eutiquio Sarabia (México, 1957), Reynaldo Jiménez (Perú, 1959), Tedi López Mills (México, 1959), Ronaldo Sánchez Mejías (Cuba, 1959), Mario Arteca (Argentina, 1960), Enrique Racci (Uruguay, 1960), Hebert Benítez Pezzolano (Uruguay, 1960), Roberto Rico (México, 1960), Francisco Magaña (México, 1961), Laura Solórzano (México, 1961), Edgardo Dobry (Argentina, 1962), Silvia Eugenia Castillero (México, 1963), Fabián Casas (Argentina, 1965), Jorge Fernández Granados (México, 1965) y Mauricio Medo (Perú, 1965).
(Pulir huesos. Selección y prólogo Eduardo Milán. Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores, 2007.)
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