martes, 9 de junio de 2009

Alfabetización informática

No cabe la poesía en la palabra:
la estira/ la tensa/ la quiebra.
Hay quien lo sabe y llora.
Alan Mills




por Rosana Ricárdez


La reciente guerra declarada de google al monopolio del e-reader de amazon se ha convertido en una novela. En este capítulo la noticia es que el imperio google quiere incursionar en el mercado del libro digital hasta ahora exclusivo de amazon. Aunque los empresarios del primero no han revelado detalles, la guerra dará de qué hablar.
No es que se trate de una novela de ciencia ficción, pero en Latinoamérica (y en algunas regiones del globo, incluso en el “primer mundo”) la realidad parece distinta y distante para el común de la población. Si bien la “mayoría” —incluso con un salario de mileurista— puede adquirir un iphone, aún parece lejana la idea de pasearse por la calle con un libro digital, sobre todo si se considera el nivel de analfabetismo (y no se diga el analfabetismo funcional).
Para Alan Mills (Guatemala, 1979), en tanto ciudadano y lector, el ecosistema de ventas debe ampliarse, es decir, aplaude cualquier tecnología, método o iniciativa que facilite la adquisición de libros. No obstante, le preocupa que en países como el suyo (y en el resto de América Latina) la revolución tecnológica agranda la brecha de acceso a la información.
Apuesta por una política (o varias) públicas y privadas de alfabetización y alfabetización informática pues de nada sirve tener el mayor acervo del mundo sin las capacidades técnicas y humanas para que la mayor cantidad de personas pueda disfrutarlo.
Entonces el reto es forjar la capacidad técnica para disfrutar no sólo de la biblioteca universal sino de cualquier tecnología.
Como escritor, el panorama cambia —quizá en el fondo no tanto—. En tanto poeta joven el hecho de que Testamentofuturo (2007) haya sido descargado por alrededor de cinco mil usuarios, sin costo, es un beneficio porque es una forma de darse a conocer en varios países a donde este libro no habría podido llegar de otra forma..
Es evidente que para los escritores ya establecidos, o que disfrutan de ventas masivas, la situación no debe ser la misma. En el fondo, consideró, el “negocio” editorial debe ser revisado a profundidad porque a fin de cuentas el autor es siempre quien menor remuneración económica recibe.
Pero la moneda tiene dos caras y no siempre son del mismo color. Al mismo tiempo piensa benéfico ceder ciertos derechos con licencia “creative commons” y tener la capacidad de editar libros con editoriales cartoneras o de costo mínimo para ser difundidos en comunidades con escaso acceso a la cultura literaria.
Asunto complejo, insistió, porque “por un lado uno quiere percibir ganancias por lo que hace y por otro… hay nuevas formas de ceder derechos y colaborar con formas abiertas de compartir información”.
A decir verdad, como autor “minoritario” —aunque con 200 visitas diarias a su blog— aún no le preocupan esas cosas pues sus ganancias están asociadas al entorno literario, entiéndase invitaciones a conferencias, talleres, ponencias, etcétera, no sólo a la publicación.
Desde su perspectiva hay mucho por explotar en torno a los derechos de autor. En Brasil, donde reside desde hace un año, el fenómeno tecnobrega—música tecnobrega— ha demostrado vivir sin obtener ganancias directas del copyright y sin el auxilio del conocido y “sólido” aparato cultural oficial. Eso sí, apuntó, este país es culturalmente autosuficiente; su modelo económico y político es otro: “el mercado musical es increíble y aunque tienen autores de literatura de gran calidad, estos no gozan aún de la 'popularidad' de la producción literaria del resto de Latinoamérica —entiéndase de las obras en español—. Cosa que cambiará, conforme sigan creciendo las traducciones de obras del portugués.”

Para saber más sobre el autor y la tecnobrera:
http://www.librosminimos.org/index.php?option=com_content&task=view&id=11&Itemid=21
http://www.alanmills.blogspot.com/
http://www.overmundo.com.br/banco/the-tecnobrega-business-model-arising-from-belem-do-para